El hada del cielo contemplaba pensativa a todas y cada una de las estrellas que habitaban en su reino. Algunas llevaban muchísimo tiempo allí, otras eran más nuevas… las había de todos los tamaños, desde las mas grandes, hasta las que eran tan pequeñitas que su luz apenas era perceptible…
A primera vista podría parecer que el cielo estaba ya completo y no faltaba ninguna estrella en él… pero el hada del cielo sabía que no era así, faltaba la estrella más importante y luminosa, la estrella que, con su hermoso resplandor, iluminara todo el reino de la tierra y cuidara a todos los príncipes y princesas que allí vivían, especialmente, a aquellos que luchaban valientemente contra aquel dragón de nombre feo que los encerraba en un castillo y del que era tan difícil escapar…
Ella sabía como tenía que ser esa estrella, tenía que ser una princesa muy especial, lo suficientemente fuerte como para producir la luz mas preciosa, lo suficientemente hermosa para destacar sobre todos y lo suficientemente buena para renunciar a todo por iluminar a los demás…
El hada sabía que sólo había un lugar donde podría encontrar a esa estrella tan especial… tendría que buscar en el frío castillo donde el dragón encerraba a los mas valientes y luchadores… proyectó hacía ese lugar la luz de su varita mágica y en seguida encontró a la estrella que buscaba…
Era difícil verla por que estaba rodeada de todo un ejército de amor, a su alrededor había un séquito valiente y decidido que, con la reina madre al frente, luchaba con todas sus fuerzas para ayudar a la princesa a escapar de allí…
Durante casi 3 largos años, el hada del cielo esperó a que la princesa cumpliera su deber en la tierra, debía conseguir que todos los que la rodeaban aprendieran a valorar las pequeñas cosas que son las que importan en la vida, debía enseñarles que la fuerza y el valor para luchar no depende del tamaño ni la edad, depende del amor que seas capaz de dar y recibir y, sobre todo, debía demostrar a todo el mundo, lo grande, buena y valiente que era su mamá…
Un frío día de febrero, el hada del cielo entendió que Clara, la princesa valiente, había cumplido su deber y estaba preparada para volar hacia el reino del cielo… Al principio pensó que aquel ejército jamás dejaría marchar a la princesa para que se convirtiera en la estrella mas hermosa, pero ese ejército, capitaneado por la mas buena y valiente de las mamás, era un ejército lleno de amor y sabían que la princesa era demasiado buena y demasiado valiosa para vivir en aquel castillo y que su lugar estaba en otro reino mejor, un reino sin castillos tenebrosos y sin dragones de nombres feos…
Esa noche fría de febrero, el hada tocó con su varita mágica el pequeño cuerpo de la princesa que reposaba tranquilo en brazos de su valiente mamá y en aquel instante, Clara, la princesa valiente, se convirtió en la estrella mas luminosa del reino del cielo…
Su séquito la despidió como ella se merecía, con honores reales… en una carroza blanca y rosa y con su corona de princesa, dejaron ir su cuerpo… sabían, que la princesa ya no estaba en él, ahora, para verla, simplemente tendrían que mirar hacia arriba… a ese cielo que, desde ese momento, está mas iluminado que nunca…
Clara, Noelia os quiero...
- Desde aquí también mi homenaje al rey padre, que, aunque no aparece en el cuento, ha sido para todos un ejemplo de amor y entrega hacia su hija. Un beso enorme Raúl.